Matías Verdón incumple todos los requisitos que definen a un detective de película: es un entrañable cincuentón aficionado a la bebida que no sobresale por su inteligencia ni por su instinto. Su ayudante, el Desastres, sólo aporta un poco más de simpatía a esta pareja de investigadores del granadino barrio del Zaidín. ¿Podrán con tan escasa capacidad resolver dos extrañas muertes que se han sucedido en Granada?
Salazar consigue crear un argumento intrigante en un contexto muy original. El detective del Zaidín aporta un toque costumbrista nada habitual en la novela negra. El humor es una constante a lo largo de esta novela.